domingo, 23 de noviembre de 2008

El sexenio revolucionario 1868-1874

EL SEXENIO REVOLUCIONARIO




Amadeo de Saboya



Prim


1.El Pacto de Ostende y el final del reinado de Isabel II.
La actuación autoritaria de los últimos gobiernos de Isabel II que se sucedieron entre 1863 y 1868 acrecentó la oposición al régimen isabelino. En 1866, progresistas y demócratas acordaron en la ciudad belga de Ostende un programa que incluía el destronamiento de Isabel II y la convocatoria de cortes constituyentes por sufragio universal para decidir el futuro político del país. La muerte del general O´Donnel, el gran valedor de la reina, en 1867 empujó a los unionistas hacia la causa revolucionaria.
2.El pronunciamiento de septiembre de 1868.
El pronunciamiento se inició en Cádiz al mando de los generales Serrano, Dulce y Prim, y el almirante Topete. Las tropas gubernamentales fueron derrotadas en el Puente de Alcolea (Córdoba) e Isabel II se vió obligada a refugiarse en Francia.
El pronunciamiento se consolidó gracias a la actuación de las Juntas Revolucionarias Provinciales y Locales, que propagaron la revolución. El poder político fue ejercido por la Junta revolucionaria de Madrid, que confió el poder al general Serrano, quien tomó medidas para estabilizar la revolución y el control de la Administración, convocando Cortes Constituyentes.
El proceso electoral, relativamente limpio, fue por sufragio universal masculino, votando el 70%del censo electoral. Los progresistas obtuvieron el 45% de los escaños (159 diputados), los republicanos federales 69; los republicanos unionistas 69; los demócratas 20 diputados; los carlistas 14 y los Isabelinos 14.
La mayoría la ostentaba por tanto, el partido progresista que propiciará la elaboración de la nueva constitución, que será aprobada en 1869.
3. La Constitución de 1869.
Inspirada en las Constituciones de 1812 y 1837 es considerada la primera constitución democrática española.
En ella se establece el reconocimiento de la Soberanía nacional: "Artículo 32: La soberanía reside esencialmente en la Nación, de la cual emanan todos los poderes"
Se mantiene como forma de gobierno la monarquía: "Artículo 33: La forma de Gobierno de la Nación española es la Monarquía".
El poder ejecutivo lo ejerce el Rey a traves de sus ministros :"Artículo 35: el poder ejecutivo reside en el rey, que lo ejerce por medio de sus ministros"
Los ministros serán responsable ante las Cortes, que según el artículo 38, se componen de dos Cuerpos Colegisladores, el Senado y el Congreso, Cámaras con iguales facultades.
Se establece la división de poderes, recayendo el judicial en los tribunales (artículo 36), mientras que el legislativo recae en las Cortes y el ejecutivo en el Rey que lo ejerce a través de sus ministros.
Se establece una amplia declaración de derechos que ocupa el Título Primero (De los españoles y sus derechos), que abarca los primeros 31 artículos de la Constitución: derecho a la libertad de residencia, de expresión, de reunión ( curiosamente se señala en el artículo 18 que "Las reuniones al aire libre y las manifestaciones políticas sólo podrán celebrarse de día".), de asociación, de culto, aunque "la Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la religión católica".
Se implantó también el juicio por jurados, novedad importante es esta constitución.
4.La búsqueda de un nuevo Rey: Amadeo de Saboya.
Destronada Isabel II y rechazados los Borbones, había que buscar un nuevo Rey. Entre los candidatos estaban las siguientes personas:
-El portugués Fernando de Coburgo, demasiado anciano y que rechazó el ofrecimiento.
-El duque de Montpensier, hijo del último rey francés, Luis Felipe de Orleans, casado con Luisa Fernanda, la hermana de Isabel II, contra quien había intrigado en años anteriores; pero su duelo contra Enrique de Borbón, duque de Sevilla y hermano del esposo de Isabel II, que resultó muerto de un disparo, anuló sus posibilidades.
-El alemán Leopoldo de Hohenzollern, que contaba con el apoyo del rey de Prusia y su canciller Bismarck, pero con la oposición del rey francés Napoleón III, que no deseaba rememorar el ejemplo de Carlos V. Esta candidatura motivaría la guerra francoprusiana de 1870, con la derrota francesa y la proclamación del II Reich alemán el 18 de enero de 1871 en la persona de Guillermo I.
Las Cortes eligieron finalmente a Amadeo de Saboya, hijo de Victor Manuel II, el rey de la recién unificada Italia, considerado por la Iglesia como el usurpador de los Estados Pontificios.
Hijo de Victor Manuel II, rey de Italia, y de María Adelaida de Austria, Amadeo había nacido en 1845, era duque de Aosta y estaba casado con María Victoria del Pozo della Cisterna. De esmerada educación castrense había viajado por Francia, Inglaterra, Escandinavia, Turquía y España. Tomó parte en la guerra contra Austria, distinguiéndose en la batalla de Custozza y siendo herido en Cavelchina. Su candidatura, que contaba con el apoyo de los generales Serrano y Prim obtuvo en Cortes 191 votos contra 64 en favor de la República y un número mucho menor para candidatos como el duque de Montpensier, Espartero o Alfonso de Borbón. Amadeo de Saboya quedó proclamado rey en la sesión del 16 de noviembre de 1870, aceptando oficialmente su elección el 4 de diciembre.
Su llegada a España (desembarcó en Cartagena el 30 de diciembre de 1870), coincide con el atentado que costó la vida a Prim; el 2 de enero de 1871 entra en Madrid, donde su primer acto oficial es la visita a la iglesia de Atocha para rendir póstumo homenaje al cadáver del general Prim.
En el discurso de la Corona reafirma que "jamás tratará de imponerse a la voluntad nacional representada en Cortes".
Pero la situación política es inestable. Tuvo que apoyarse en dos grupos políticos, en los que se había fragmentado el partido progresista: el partido constitucional de Práxedes Mateo Sagasta, que constituiría la derecha del régimen, formado por los unionistas y los elementos más moderados del progresismo; y el partido radical, dirigido por Ruiz Zorrilla, en el que se encuadraron progresistas y demócratas.
El enfrentamiento entre los partidos y facciones que habían apoyado la nueva dinastía, debilitó su situación, a la par que aumentaba las posibilidades de la solución alfonsina que aglutinaba a los partidarios del hijo de Isabel II, Alfonso de Borbón.
El desorden público, las manifestaciones de los obreros en paro, el aumento de mendigos en las calles, la epidemia de tifus y el rebrote de los motines ludditas, provocaron el desasosiego en las clases adineradas.
Entre las actuaciones más importantes de los gobiernos que se sucedieron en esta época cabe destacar:
-la creación de la peseta como nueva unidad monetaria.
-el establecimiento de un arancel librecambista.
-Una nueva ley de minas.
-Medidas anticlericales como la obligación de los clérigos de jurar la Constitución, la incautacion de todas las bibliotecas y colecciones de las entidades eclesiásticas. Eran unas medidas semejantes a las establecidas en la III República francesa o las acordadas por el gobierno mejicano (restricción del uso de las vestiduras eclesiásticas y celebración de actos religiosos fuera del recinto de las iglesias).
El nuevo rey, a pesar de sus buenas cualidades y buena voluntad, no logró ganarse el afecto de los españoles, teniendo en contra a los carlistas, alfonsinos, republicanos, internacionalistas revolucionarios y clero católico.
A todos estos problemas se sumó el malestar de los mandos militares y el recrudecimiento de la resistencia de los guerrilleros de Cuba y Puerto Rico.
Los carlistas, que en las elecciones de 1871 habían obtenido un buen resultado sobre todo en las provincias de Vizcaya, Navarra y Guipúzcoa, optaron por la sublevación en 1872, dirigidos por Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro.
Amadeo de Saboya, que se sentía solo e impotente, tomó la decisión de renunciar al trono y regresar a Italia, acto que llevó a cabo el 11 de febrero de 1873 ("Estad seguros de que al despedirme de la Corona no me desprendo del amor a esta España tan noble como desgraciada, y de que no llevo otro que el de no haberme sido posible procurarle todo el bien que mi leal corazón para ella apetecía"). Su reinado había durado poco más de dos años.
De vuelta a Italia, fijó su residencia en Turín. Muerta su primera esposa, de la que había tenido tres hijos, casó en segundas nupcias con Leticia Bonaparte, sobrina suya e hija de Jerónimo Napoleón, el 11 de septiembre de 1888, con quien tuvo un hijo. Amadeo falleció en Turín el 18 de enero de 1890, poco antes de cumplir los cuarenta y cinco años.
5.La primera república.
Abdicado el rey, el Congreso y el Senado se declararon en Asamblea Nacional soberana. Después de una serie de actos semicómicos, se aprobó una moción por 258 votos a favor y 32 en contra, declarando como forma de gobierno de la nación la República. Como apoyo a esta declaración hay que destacar el discurso de Castelar, muy al gusto de la época "Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella; ha muerto por sí misma. Nadie trae la República; la traen todas las circunstancias: la trae una conspiración de la sociedad, de la naturaleza, de la historia. Señores; saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra patria".
El nuevo régimen es fruto de las circunstancias.
Con la república se puso fin a muchos siglos de existencia de la monarquía, desde Ataulfo, el primer rey visigodo, a principios del siglo V d. C.
El nuevo régimen tuvo desde el inicio la oposición de los grupos sociales más poderosos -burgueses, aristócratas, alto clero, mandos militares- que manifestaron hostilidad, temor y recelo ante las intenciones reformistas de los nuevos gobernantes republicanos, desconfiando de su capacidad para mantener la seguridad y el orden público.
La inestabilidad en el gobierno fue uno de sus principales rasgos. En sólo diez meses pasaron por la presidencia del gobierno cuatro presidentes distintos: Estanislao Figueras (abogado y perodista que huyó a Francia tras las primeras dificultades), Francisco Pi y Margall (gran teórico del federalismo y activo anticlerical), Nicolás Salmerón (catedrático de Filosofía que dimitió por motivos morales al negarse a firmar dos penas de muerte) y Emilio Castelar (catedrático de Historia de España y que representaba la corriente más conservadora del republicanismo). Estos sucesivos cambios en la jefatura del gobierno implicaba provisionalidad y falta de capacidad para asegurar el funcionamiento del Estado.
Durante el año 1873 los gobiernos republicanos intentaron llevar a cabo una serie de reformas bieintencionadas pero faltas de sentido práctico:
-La supresión del impuesto de consumos (una importante e impopular tasa que gravaba el consumo de algunos artículos de primera necesidad como el jabón, las carnes, las bebidas alcohólicas, el aceite de oliva y la harina) fue un desatre para las cuentas públicas porque ese impuesto suponía una de las mayores fuentes de ingresos para el Estado.
-La eliminación de las quintas para crear un nuevo ejército formado excusivamente por voluntarios a sueldo. También se demostró inviable y al poco tiempo hubo que restablecer el sevicio militar obligatorio para hacer frente a las guerras contra los carlistas , los cubanos y los cantonalistas. Ese intento cuarteó la disciplina de los reclutas en los cuarteles y provocó un aumento de las deserciones.
-La reducción de la edad para votar, hasta los 21 años, lo que no impidió el alto abstencionismo , superior al 65% en las elecciones de mayo de 1873.
-La suspensión de las subvenciones económicas al clero católico y la completa separación de Iglesia y Estado, medidas que apartaron del nuevo régimen a los grupos más clericales de la sociedad.
-Elaboración de un nuevo proyecto de constitución para convertir a España en una Nación compuesta de 17 estados con amplia autonomía política, administrativa, legislativa y económica. Esta nueva constitución nunca llegó a aprobarse.
-También hubo decretos para prohibir el trabajo a niños menores de 10 años, regulación de la jornada laboral en las fábricas con un máximo de 9 horas diarias o la abolición de la esclavitud en la colonia española de Puerto Rico.
En el orden exterior la República sólo tuvo el reconocimiento de Suiza y EEUU de América, fracasando el proyecto de unión Ibérica con Portugal.
A lo largo de 1873, la República tuvo que enfrentarse a varios problemas:
-La crisis económica y el aumento de los disturbios sociales: numerosas huelgas, bancarrota estatal, baja en la Bolsa, ocupación de fincas por los jornaleros andaluces, huelga revolucionaria de Alcoy.
-El descontento militar, expresado en intentos frustrados de sublevación militar.
-La guerra con los carlistas, sublevados en las zonas rurales vasco-navarras y que llegaron a crear un gobierno formal en Estella, siguiendo al nuevo rey Carlos VII.
-Las insurrecciones cantonalistas, mezcla de democratismo intransigente, federalismo utópico, igualitarismo revolucionario y reinvindicaciones obreras anticapitalistas. Iniciado en Cartagena, el movimiento se extendió a numerosas localidades del Levante y Andalucía: Castellón, Valencia, Torrevieja, Granada, Sevilla, Málaga, Cádiz, Sanlucar de Barrameda, Tarifa, Algeciras y otras poblaciones de otras regiones como Almansa y Salamanca. El movimiento adquirió un fuerte contenido anticlerical en ciudades como Cádiz y llegó al absurdo de declararse la guerra unos cantones a otros. El movimiento cantonal fue utilizado por los enemigos de la república para asociarlo con la violencia y los desórdenes.
-La guerra contra los independentistas cubanos, quienes estaban alzados desde 1868, dirigidos por Carlos Manuel Céspedes, Máximo González y el mulato Antonio Maceo.
-Las conspiraciones alfonsinas. La mayor parte de la burguesía, toda la aristocracia y numerosos oficiales y generales apoyaban el restablecimiento de la monarquía borbónica, preparando y planificando su vuelta, dirigidos por Antonio Cánovas del Castillo.
Todas estas dificultades propiciaron que el 4 de enero de 1874 el general Manuel Pavía diera un golpe de estado, convocando a una reunión a los más destacados mandos ilitares y a los prncipales líderes de todos los partidos, salvo los republicanos más radicales. En dicha reunión se acordó que el general Serrano asumiera la jefatura del Estado con plenos poderes, estando en su gobierno reconocidos políticos como Sagasta y Cristino Martos.
El gobierno de Serrano suspendió la Constitución de 1869, disolvió las Cortes, ordenó la ilegalización del movimiento obrero internacionalista e impuso el orden en las calles. Era el final de la primera República.
Mientras tanto, los alfonsinos preparaban la vuelta de los Borbones en la persona de Alfonso, hijo de Isabel II. Expresión de esta preparación es el célebre manifiesto de Sandhurst ( 1 de diciembre de 1874):
"...Nada deseo tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de contribuir poderosamente la dura lección de estos tiempos, que si para nadie puede ser pedida todavia lo será menos para las honradas y laboriosas clases populares, víctimas de sofismas pérfidos o de absurdas ilusiones.
Cuanto se está viendo enseña que las naciones más grandes y prósperas, y donde el orden la libertad y la justicia se admiran mejor, son aquellas que respetan más su propia historia. No impiden esto, en verdad, que atentamente observen y sigan con seguros pasos la marcha progresiva de la civilización. Quiera, pues la Providencia divina que algún día se inspire el pueblo españosl en tales ejemplos.
Por mi parte, debo al infortunio estar en contacto con los hombres y las cosas de la Europa moderna, y si en ella no alcanza España una posición digna de su historia, y de consuno independiente y simpática, culpa mía no será ni ahora ni nunca. Sea la que quiera mi propia suerte ni dejaré de ser buen español, ni, como todos mis antepasados, buen católico, ni como hombre del siglo, verdaderamente liberal".
Pero los hechos se precipitaron y el 29 de diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez Campos se sublevó el frente de dos mil soldados en Sagunto. Serrano y Sagasta se marcharon a Francia al carecer de apoyos militares para resistir, después de haberse negado a repartir armas entre el pueblo y a bloquear Madrid con barricadas como habían pedido Manuel Ruiz Zorrilla y Francisco Pi y Margall.
Empezaba una nueva etapa con la construcción de un nuevo régimen el de la Restauración de los Borbones en la persona de Alfonso XII.

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