martes, 3 de diciembre de 2013

Libros para leer: Diario de Antonio Pigafetta. Primer viaje alrededor del mundo

Diario de Antonio Pigafetta


PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO

Reproducción nao Victoria

La navegación por el Pacífico:
El miércoles 28 de noviembre de 1520 nos desencajonamos de aquel estrecho, sumiéndonos en el mar Pacífico. Estuvimos tres meses sin probar clase alguna de viandas frescas. Comíamos galleta: ni galleta ya, sino su polvo, con los gusanos a puñados, porque lo mejor habíanselo comido ellos; olía endiabladamente a orines de rata. Y bebíamos agua amarillenta, putrefacta ya de muchos días, completando nuestra alimentación los cellos de cuero de buey, que en la cofa del palo mayor protegían del roce a las jarcias; pieles más que endurecidas por el sol, la lluvia y el viento. Poniéndolas al remojo del mar cuatro o cinco días y después un poco sobre las brasas, se comían no mal; mejor que el serrín, que tampoco despreciábamos.
Las ratas se vendían a medio ducado la pieza y más que hubieran aparecido. Pero por encima de todas las penalidades, ésta era la peor: que les crecían a algunos las encías sobre los dientes -así los superiores como los inferiores de la boca-, hasta que de ningún modo les era posible comer: que morían de esta enfermedad. Diecinueve hombres murieron, más el gigante y otro indio de la tierra del Verzin. Otros veinticino o treinta hombres enfermaron, quién en los brazos, quién en las piernas o en otra parte; así que sanos quedaban pocos.
Por la gracia de Dios, yo no sufrí ninguna enfermedad.
En estos tres meses y veinte días recorrimos cerca de cuatro mil leguas del Mar Pacífico, en una sola derrota (bien pacífico, en verdad, pues en tanto tiempo no conocimos ni una borrasca); sin ver tierra alguna, sino dos islotes deshabitados, en los que nada se encontró fuera de pájaros y árboles. Los llamamos “Islas Infortunadas”. Están a doscientas leguas la una de la otra. No había donde fondear a su alrededor; sí muchos tiburones. La primera de las islas está en los 15 grados de latitud austral; la otra, en los 9. Cubríamos cada jornada, sesenta o setenta leguas a la cadena o a popa. Y si Dios y su Madre Bendita no nos hubieran ayudado con tan buen tiempo, por seguro que habríamos perecido todos de hambre en aquel inmenso mar” 
Magallanes
 

No hay comentarios: