lunes, 19 de enero de 2009

Los cuatro errores económicos de la segunda república española

LOS CUATRO ERRORES ECONÓMICOS DE LA II REPÚBLICA ESPAÑOLA

Don Juan Velarde Fuertes publicaba en el diario ABC un artículo breve e incisivo sobre los errores económicos de la II República, errores que pueden considerarse como una de las causas del fracaso de este régimen, que desembocó en la guerra civil de 1936 a 1939

Cuatro errores económicos de la II república
11-12-2006
La II República transcurre desde 1931 a 1936. Esa etapa se zambulle totalmente en medio de la Gran Depresión. Ortega y Gasset lo advirtió genialmente en un discurso parlamentario al decir, señalando a Azaña: «Un régimen naciente hoy y que no triunfe en economía, no tiene franco el porvenir».
Había que escoger entre dos senderos: el de acudir, como pretendía Ortega, a los mejores economistas españoles y extranjeros; frente a esto, el de aferrarse a mitos absurdos. Fue éste el seguido. Cuatro resultaron ser los más importantes. El primero, el del cambio alto de la peseta. Venía de la crítica a la política de Primo de Rivera. La opinión fue manipulada cuando comenzó a caer la cotización de la peseta, como si esto fuese la manifestación de lo lamentable de esa política económica.
Nadie reparó que, en 1930, Keynes, en Madrid, preguntado sobre esa caída, señaló con claridad que con depresión mundial, un país con la expansión económica que tenía España, se veía ayudado, por el lado de las exportaciones, al descender el cambio de su moneda. Por supuesto, el oro del Banco de España debería regular ese deslizamiento para que los especuladores no perturbasen con operaciones bajistas lo que era un ajuste muy racional. Pues bien, la II República centró grandísima parte de su política financiera y presupuestaria en intentar sostener nuestra moneda, incluso con el ingreso en el Bloque Oro, desoyendo de paso el famoso «Dictamen sobre el Patrón Oro» de Flores de Lemus.
El segundo mito fue el de la autarquía. Así fue bautizada su política por el gran economista Perpiñá Grau en enero de 1935, en un artículo para el «Wetwirtschafliches Archiv». Éste señala cómo un mercado pequeño, al aislarse, creaba en España esa implosión desastrosa que Myrdal denominaría «causación acumulativa negativa».
El tercero fue el del pan barato. Efectivamente, de acuerdo con el efecto Giffen, si sube el precio del pan aumenta su demanda, abandonándose otras compras y creando malestar manifiesto. La clientela socialista podía reaccionar muy vivamente ante eso. Ante la mala cosecha de trigo de 1931, cundió la alarma.
Y en vez de esperar al muestreo de «El Norte de Castilla» sobre la siguiente cosecha, se decidió importar trigo argentino, que llegó a los puertos españoles cuando ya era seguro que la recolección de 1932 sería la mayor, hasta entonces de nuestra historia. Se hundió el mercado interior, ampliándose la crisis, al crear costes adicionales a campesinos que no vendían, con la ley de términos municipales, un arbitrio de Largo Caballero que repartía los parados campesinos de cada municipio entre los propietarios.
Queda el cuarto mito: el del reparto. ¿Alguien defiende ya una Reforma Agraria sin crédito agrícola? Pues esa fue la que se intentó poner en marcha en 1932. Al generar intranquilidad, empeoró los resultados de los otros tres.

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