El Carmelo es una cordillera de 25 kilómetros de largo por unos 7 de ancho, con una altura máxima de 540 metros. Avanza hasta el mar desde las montañas de Samaria, separando las llanuras de Esdrelón y la de Sarón, unidas por el desfiladero de Megido. Su nombre procede del hebreo Karm-El la viña de Dios, estando en la antigüedad cubierto de viñas. Lo que más le dio renombre en la antigüedad fue la estancia de Elías, quien, en defensa del monoteísmo, retó a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, a quienes amparaba el impío Ajab, rey de Israel, influenciado por su esposa, la fenicia Jezabel. El rayo venido del cielo, en presencia de Israel, aclaró quién era el Dios verdadero.
En el monte Carmelo nació la Orden carmelitana. A finales del siglo XII, un grupo de cruzados, deseosos de imitar la vida eremítica de Elías, se establecieron en las grutas de las estribaciones del monte Carmelo. Hacia los años 1206-1214, San Brocardo, superior de dichos eremitas, obtiene de San Alberto, obispo de Jerusalén, una regla de vida religiosa. En el monte Carmelo vivió san Simón Stock, a quien la Virgen entregó el escapulario del Carmen el 16 de julio de 1251, de tanta devoción popular.
En 1836 se inauguró la iglesia actual, que el Papa Gregorio XVI elevó a la categoría de Basílica Menor con el título de Stella Maris.
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