CRÓNICAS
DE LIBROS:
Juan
Manuel de Prada: “Me hallará la muerte”
Ediciones Destino,
colección Áncora y Delfín
Barcelona 2012, 589 páginas
Después de
ver una entrevista televisiva al autor del libro, me decidí a adquirir la novela en unos
grandes almacenes, y lo primero que me sorprendió fue la portada con
un rostro juvenil de varón con vestimenta de abrigo y gorro que
indica un clima frío; sus ojos me recordaron a un conocido actor
británico, especialmente en la expresión de sus ojos, Laurence
Olivier, protagonista de películas tan famosas como El príncipe
y la corista, una comedia en la
que acompañó a Marilyn Monroe o Espartaco
del director Stanley Kubrick. Me llamó la atencion este primer dato
que me recordó la gran afición de Prada por el séptimo arte.
El
libro tiene dos partes claramente delimitadas.
Una
primera que abarca desde 1942, en la que el protagonista, Antonio
Expósito, un joven maleante madrileño compinchado con Carmen, autores de
un crimen no querido por ellos, ha de tomar una decisión arriesgada
para huir de la justicia, alistarse en la División Azul, e
incorporarse al frente ruso, hasta su regreso a España, a bordo del
barco Semíramis en 1954, tras diez años de estancia en los
campos de concentración rusos.
Los
capítulos dedicados a la estancia en Rusia son un auténtico guión
cinematográfico que, cualquier productor inteligente, podía
aprovechar para una gran película sobre la época.
Su
circunstancial incorporación a la división azul está iluminada por
la presencia de un personaje, el alférez Cifuentes, que
tendrá una activa presencia en la segunda parte. Cifuentes está
dibujado como un falangista de primera hora, activo, heróico,
sanguíneo e idealista, amigo fiel y admirador del héroe de la
novela, el alférez Mendoza, a quien, el protagonista de la
novela, Antonio Expósito, se parece mucho en lo físico pero
al que se contrapone en lo psicológico y espiritual.
La
descripción sobre las circunstancias físicas, el frío ruso, que
rodearán al protagonista, son de un gran realismo, al igual que las acciones de guerra, que el lector parece estar viendo en una gran pantalla.
El
cerco de Leningrado se convertirá en una terrible batalla, en
la que los divisionarios participarán de manera activa. La División
azul se desplegaba a lo largo de la línea férrea que unía
Leningrado y Moscú, a sólo cien kilómetros de Leningrado, en los
arrabales de Kolpino, junto a la aldea de Krasny Bor. El autor
describe la acción bélica de febrero de 1943, en la que
Antonio Expósito y el alferez Mendoza junto a otros centenares de
hombres serán hechos prisioneros por los rusos.
Y
ahora empezaba la amarga e inhumana aventura de resistencia heróica
en los campos de concentración, en los que se cruzan diversos
personajes en un entramado dramático en el que las emociones de los
protagonistas, sus caracteres, sus pasiones, sus deseos, sus defectos
y sus temores, son descritos de manera atrayente para el lector.
Personajes
como la intérprete Nina Duquesne, comunista francesa que
había combatido en la guerra civil española y que manifiesta un
odio tremendo hacia los fascistas españoles, aunque se enamorará
ciegamente del divisionario Antonio Expósito. El alférez Camacho,
desertor, utilizado por los rusos para amedrentar y convencer a los
prisioneros españoles a que renuncien a su patria y a sus ideales, y
que está caracterizado con los peores atributos, que le hacen un
personaje odioso, en el que resalta su crueldad hacia los que
mantienen su lealtad divisionaria, especialmente el alférez Mendoza.
Mendoza
es el personaje en el que se recrea el autor; hombre de enorme
entereza, con una gran capacidad para irradiar ánimos y esperanzas
en sus compañeros y que, tras una serie de enfrentamientos con las
autoridades del campo, será internado en un campo especial conocido
como el Sumidero del Diablo, en el que le acompañará Antonio
Expósito, su gemelo físico y al que la admiración por Mendoza le
va a acarrear sufrimientos y alegrías que cambiarán su vida.
Del
Sumidero del Diablo se escaparán en una huida de varios días,
buscando la libertad a través de la frontera finlandesa. La huida
está narrada de manera cinematográfica, en la que el lector va
viendo los distintos paisajes y los rostros, pensamientos y emociones
de los protagonistas. El desenlace de la escapada es un aldabonazo
espectacular en la narración. La muerte de Mendoza y la suplantación
obligada por Antonio da un giro imprevisto a la novela.
Antonio
Expósito será a partir de ahora el alférez Mendoza, encargado
de pasar información a las autoridades soviéticas sobre las
actividades de los oficiales españoles en los diversos campos
soviéticos.
Y
llegó la liberación. El barco Semíramis retornará a la
patria a los expedicionarios españoles en abril de 1954.
Y
a partir de aquí la segunda parte de la novela, en la que
Antonio Expósito suplantará la personalidad del alférez Mendoza,
ya en la vida civil, en el Madrid de los años cincuenta, cuando el
Régimen de Franco está en pleno cambio tras los convenios con los
EEUU, aprovechando los avatares de la guerra fría y la necesidad de
EEUU de procurarse aliados en el sur de Europa para el caso de un
enfrentamiento con la URSS. Es el principio del fin de la influencia
falangista y el ascenso de democristianos y tecnócratas. El desfile
de personajes es muy variado, pero especialmente el autor se fija en
la relación teóricamente incestuosa del protagonista, Antonio, con
la sobrina del suplantado Mendoza, una relación que acaba en un aborto
y que se llevará las vidas de Consuelito, la sobrina, y del
médico que practica el aborto, el alférez Cifuentes,
convertido ya en catedrático de Ginecología de la Universidad de
Valladolid, y que se presta a cometer el asesinato abortivo,
traicionando todos su ideales para, de esa manera, pagar la deuda con
Mendoza por haberle quitado su novia de toda la vida.
El
relato se recrea en el Madrid de los años cincuenta en el que
personajes aprovechados y amorales como Demetrio,
comerciantes tempranos de heroina con los EEUU, se mezclan con otros
como Ava Gardner de quien el autor hace una descripción de
sus andanzas por las salas de fiestas, en las que se manifestaba
provocativa y ordinaria.
El
personaje de Antonio Expósito, amoral y aprovechado, cree
encontrar su redención en el reencuentro con su novia primigenia,
Carmen, a la que intenta rescatar y rescatarse él también de
las historias circunstanciales que su crimen infortunado provocó en
sus propias vidas. El desenlace de la historia es de lo más
conseguido de la novela, pero eso lo dejamos para el lector.
Novela
atrayente, más conseguida en la primera parte que en la segunda,
pero que consigue atrapar en muchos momentos al lector, deseoso de
saber cómo sigue la intriga. Las descripciones son en ocasiones muy
barrocas, muy adjetivadas y con concesiones excesivas a lo comercial
en la descripción de las escenas de tipo erótico.
Su
lectura es interesante para conocer una etapa casi desconocida de la
España del siglo XX, la de la posguerra, tan lejana en lo emocional
y vivencial de la España actual.
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