jueves, 3 de enero de 2013

CRÓNICA DE LIBROS

CRÓNICAS DE LIBROS:

Juan Manuel de Prada: “Me hallará la muerte”
Ediciones Destino, colección Áncora y Delfín
Barcelona 2012, 589 páginas

Después de ver una entrevista televisiva al autor del libro, me decidí a adquirir la novela en unos grandes almacenes, y lo primero que me sorprendió fue la portada con un rostro juvenil de varón con vestimenta de abrigo y gorro que indica un clima frío; sus ojos me recordaron a un conocido actor británico, especialmente en la expresión de sus ojos, Laurence Olivier, protagonista de películas tan famosas como El príncipe y la corista, una comedia en la que acompañó a Marilyn Monroe o Espartaco del director Stanley Kubrick. Me llamó la atencion este primer dato que me recordó la gran afición de Prada por el séptimo arte.
El libro tiene dos partes claramente delimitadas.
Una primera que abarca desde 1942, en la que el protagonista, Antonio Expósito, un joven maleante madrileño compinchado con Carmen, autores de un crimen no querido por ellos, ha de tomar una decisión arriesgada para huir de la justicia, alistarse en la División Azul, e incorporarse al frente ruso, hasta su regreso a España, a bordo del barco Semíramis en 1954, tras diez años de estancia en los campos de concentración rusos.
Los capítulos dedicados a la estancia en Rusia son un auténtico guión cinematográfico que, cualquier productor inteligente, podía aprovechar para una gran película sobre la época.
Su circunstancial incorporación a la división azul está iluminada por la presencia de un personaje, el alférez Cifuentes, que tendrá una activa presencia en la segunda parte. Cifuentes está dibujado como un falangista de primera hora, activo, heróico, sanguíneo e idealista, amigo fiel y admirador del héroe de la novela, el alférez Mendoza, a quien, el protagonista de la novela, Antonio Expósito, se parece mucho en lo físico pero al que se contrapone en lo psicológico y espiritual.
La descripción sobre las circunstancias físicas, el frío ruso, que rodearán al protagonista, son de un gran realismo, al igual que las acciones de guerra, que el lector parece estar viendo en una gran pantalla.
El cerco de Leningrado se convertirá en una terrible batalla, en la que los divisionarios participarán de manera activa. La División azul se desplegaba a lo largo de la línea férrea que unía Leningrado y Moscú, a sólo cien kilómetros de Leningrado, en los arrabales de Kolpino, junto a la aldea de Krasny Bor. El autor describe la acción bélica de febrero de 1943, en la que Antonio Expósito y el alferez Mendoza junto a otros centenares de hombres serán hechos prisioneros por los rusos.
Y ahora empezaba la amarga e inhumana aventura de resistencia heróica en los campos de concentración, en los que se cruzan diversos personajes en un entramado dramático en el que las emociones de los protagonistas, sus caracteres, sus pasiones, sus deseos, sus defectos y sus temores, son descritos de manera atrayente para el lector.
Personajes como la intérprete Nina Duquesne, comunista francesa que había combatido en la guerra civil española y que manifiesta un odio tremendo hacia los fascistas españoles, aunque se enamorará ciegamente del divisionario Antonio Expósito. El alférez Camacho, desertor, utilizado por los rusos para amedrentar y convencer a los prisioneros españoles a que renuncien a su patria y a sus ideales, y que está caracterizado con los peores atributos, que le hacen un personaje odioso, en el que resalta su crueldad hacia los que mantienen su lealtad divisionaria, especialmente el alférez Mendoza.
Mendoza es el personaje en el que se recrea el autor; hombre de enorme entereza, con una gran capacidad para irradiar ánimos y esperanzas en sus compañeros y que, tras una serie de enfrentamientos con las autoridades del campo, será internado en un campo especial conocido como el Sumidero del Diablo, en el que le acompañará Antonio Expósito, su gemelo físico y al que la admiración por Mendoza le va a acarrear sufrimientos y alegrías que cambiarán su vida.
Del Sumidero del Diablo se escaparán en una huida de varios días, buscando la libertad a través de la frontera finlandesa. La huida está narrada de manera cinematográfica, en la que el lector va viendo los distintos paisajes y los rostros, pensamientos y emociones de los protagonistas. El desenlace de la escapada es un aldabonazo espectacular en la narración. La muerte de Mendoza y la suplantación obligada por Antonio da un giro imprevisto a la novela.
Antonio Expósito será a partir de ahora el alférez Mendoza, encargado de pasar información a las autoridades soviéticas sobre las actividades de los oficiales españoles en los diversos campos soviéticos.
Y llegó la liberación. El barco Semíramis retornará a la patria a los expedicionarios españoles en abril de 1954.
Y a partir de aquí la segunda parte de la novela, en la que Antonio Expósito suplantará la personalidad del alférez Mendoza, ya en la vida civil, en el Madrid de los años cincuenta, cuando el Régimen de Franco está en pleno cambio tras los convenios con los EEUU, aprovechando los avatares de la guerra fría y la necesidad de EEUU de procurarse aliados en el sur de Europa para el caso de un enfrentamiento con la URSS. Es el principio del fin de la influencia falangista y el ascenso de democristianos y tecnócratas. El desfile de personajes es muy variado, pero especialmente el autor se fija en la relación teóricamente incestuosa del protagonista, Antonio, con la sobrina del suplantado Mendoza, una relación que acaba en un aborto y que se llevará las vidas de Consuelito, la sobrina, y del médico que practica el aborto, el alférez Cifuentes, convertido ya en catedrático de Ginecología de la Universidad de Valladolid, y que se presta a cometer el asesinato abortivo, traicionando todos su ideales para, de esa manera, pagar la deuda con Mendoza por haberle quitado su novia de toda la vida.
El relato se recrea en el Madrid de los años cincuenta en el que personajes aprovechados y amorales como Demetrio, comerciantes tempranos de heroina con los EEUU, se mezclan con otros como Ava Gardner de quien el autor hace una descripción de sus andanzas por las salas de fiestas, en las que se manifestaba provocativa y ordinaria.
El personaje de Antonio Expósito, amoral y aprovechado, cree encontrar su redención en el reencuentro con su novia primigenia, Carmen, a la que intenta rescatar y rescatarse él también de las historias circunstanciales que su crimen infortunado provocó en sus propias vidas. El desenlace de la historia es de lo más conseguido de la novela, pero eso lo dejamos para el lector.
Novela atrayente, más conseguida en la primera parte que en la segunda, pero que consigue atrapar en muchos momentos al lector, deseoso de saber cómo sigue la intriga. Las descripciones son en ocasiones muy barrocas, muy adjetivadas y con concesiones excesivas a lo comercial en la descripción de las escenas de tipo erótico.
Su lectura es interesante para conocer una etapa casi desconocida de la España del siglo XX, la de la posguerra, tan lejana en lo emocional y vivencial de la España actual.

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