lunes, 24 de mayo de 2010

Esplendor de Europa: la era victoriana en Gran Bretaña





















La era victoriana es símbolo de prosperidad y equilibrio, de paz interior y de imperialismo exterior. Es una época de gran orgullo nacional. Uno de sus más brillantes políticos llegaría a proclamar: “Después de la Providencia, es Gran Bretaña la mayor fuerza bienhechora del mundo”.
Se caracteriza por ausencia de rupturas bruscas en el devenir histórico debido a la gran prosperidad económica y a la previsión de sus gobernantes, que hacen realidad la máxima de que “la política tiene por objeto hacer reformas para evitar revoluciones”. La dirección del país fue pasando paulatinamente de la aristocracia terrateniente a la burguesía industrial; luego a la clase media intelectual, inquieta y emprendedora, para terminar concediendo un papel importante a la masa o el proletariado representado por la TRADE UNIONS, pero todo ello sin saltos bruscos, sin violencias. De aquí la admiración, por su estabilidad, que produce en el continente.
EL CENTRO DEL MUNDO
El país contempla un gran crecimiento demográfico, pasando de 26 millones en 1870 (lo que representa el 60% de la población francesa) a 41 millones en 1912, igualando la población de Francia.
Contempla una acusada emigración rural hacia las ciudades (en 1861 la población urbana era el 62%, pasando en 1900 a ser el 72% del total).
En este tiempo se produce una decadencia agrícola y un auge comercial e industrial, com masivas importaciones de trigo canadiense y sudamericano con la consiguiente reducción del área de cultivo del trigo en las Islas, pasando el área de cultivo de 8,2 millones de acres en 1870 a 5,7 millones de acres en 1900.
La agricultura británica se caracteriza por la existencia de enormes latifundios (2.500 personas poseían la mitad del suelo), con predominio del régimen de colonato y arrendamiento. Se extiende la idea de que el campo no es negocio frente a las masivas importaciones que aparejan un masivo éxodo rural.
Es una época de gran expansión industrial (carbón, siderurgia, textiles), en la que el proletariado vive en condiciones ínfimas, mientras que el comercio exterior es predominante en la economía británica gracias a una poderosa marina mercante. Gran Bretaña se convierte en la primera potencia financiera del mundo; el Banco de Inglaterra es el principal banco de depósito del orbe y prestamista de medio mundo, mientras que la libra esterlina se convierte en la divisa del mundo (una libra es igual a 5 dólares, 25 francos y 20 marcos). La inversión en el exterior alcanza en 1913 la enorme suma de 3.760 millones de libras (1825 en las Colonias o Dominios, 755 en EEUU, 700 en Hispanoamérica, 110 en Rusia, etc).
LA POLÍTICA Y LOS POLÍTICOS
La desaparición de Lord Palmerton en 1865 y la reforma electoral de 1867 señalan en la historia británica el comienzo de una nueva era. Terminaba una era dominada por una pequeña élite política representante de la vieja aristocracia. La creciente industrialización del país y los graves problemas sociales reclamaban otra política, a la vez que el enorme podería británico incitaba a una mayor intervención en los asuntos europeos y por ende mundiales. Al librecambismo censitario de la era romántica sucede una ampliación de horizontes, interior y exteriormente, que puede sintetizarse en dos palabras: DEMOCRACIA E IMPERIO. Palabras que podríamos representar respectivamente, en dos nombres: GLADSTONE Y DISRAELI.
La reforma electoral de 1867, y luego la más amplia de 1884, permitieron el acceso a la vida política activa de millones de ingleses: fue la masificación de la política. Todo el tinglado electoral cambió revolucionariamente, y el partido -tanto el conservador como el liberal- dejó de ser una reunión de viejas caras conocidas para extenderse hasta horizontes que los mismos dirigentes no podían columbrar. Los resultados de una consulta política eran mucho menos previsibles que antes. Ahora había que hablar al pueblo, convencerlo, ganárselo y en un lenguaje político distinto al anterior. Sin embargo la democratización no supuso un cambio radical en la relación de fuerzas. El partido laborista no será una fuerza política apreciable hasta el final de siglo. Los dirigentes siguen procediendo del mismo ámbito social; se han educado en el mismo COLLEGE de Oxford o Cambridge, y les han sido inculcados los mismos principios éticos e iguales convenciones sociales. De aquí que estas reformas políticas no supongan el acceso del pueblo al poder, sino el hecho de que los gobernantes han de estar atentos al pueblo, pues, electoralmente, dependen de él.
Gladstone y Disraeli son los hombres de la situación, alternándose en el poder, con mutua confianza.
William Ewart Gladstone era el prototipo del viejo whig. Serio, solemne, envarado -”me habla como si estuviera dirigiéndose a una Asamblea”, comentaba la reina Victoria-, intachable, religioso, ahorrador hasta el último penique, había sido un antiguo conservador, que por los caminos del liberalismo económico había llegado a militar en las filas del partido liberal. Pero si era un viejo whig por temperamento, su política desbordaba ya las tradiciones de Palmerston y su generación. Gladstone es el hombre de las reformas; de un reformismo prudente y de pasos contados. De aquí su choque con los impacientes, y las incomprensiones que tuvo que soportar. Su famoso lema PAZ, AHORRO Y REFORMA, fue considerado por algunos como inhibicionismo suicida, autolimitación en las posibilidades gestoras del gobierno y promesas sólo realizadas en parte. De aquí la impopularidad que hubo de arrostrar en ocasiones.
Benjamin Disraelí, conde de Beaconsfield, es el hombre de la intervención en política internacional, de ahí la admiración que suscita fuera de Inglaterra. Disraeli es el artífice de la política mundial de Albión. Ambicioso, de personalidad exquisita y desbordante, de ideas originales. Cautivador, pasa por ser uno de los políticos más extraordinarios de su siglo y el más genuino representante de la Inglaterra victoriana, opuesto a Gladstone. Su extraordinaria personalidad transformó al partido conservador, y curiosamente será él quien haga la reforma electoral en sentido democrático, con el objetivo de ganarse a las masas para la gran misión común a todos los británicos de dominar el mundo. En política exterior, y hasta la aparición de Joseph Chamberlain, es el símbolo del imperialismo, aunque sin salirse de la teoría del “espléndido aislamiento”. Intentando mantener el equilibrio europeo se lanzó a a conquista del mundo, concibiendo a Britania como la nueva Roma.
La oposición entre conservadores y liberales se ajustó siempre a las reglas del “fair play” -juego limpio-, al “compromiso” y al “turnismo”.
LA ÉPOCA DE LAS REFORMAS
La historia política de Gran Bretaña durante la época del “espléndido aislamiento” (1864-1904) es monótona, carente de sobresaltos, con alternancia en los equipos gobernantes, que a través del “compromise” van solucionando los problemas planteados. Gladstone en 1866 planteó la reforma electoral, pero será el nuevo jefe de Gobierno, Lord Derby, y su hombre fuerte, Disraeli, quienes saquen adelante dicha reforma. Disraeli se presentó como el campeón de la nueva democracia británica, superando la vieja concepción liberal con una idea de representación total. Todas las clases, todas las opiniones, deberían estar representadas en el Parlamento. La discusión de la Ley Electoral en los Comunes permitía hacer una observación curiosa: Los liberales aparecían como conservadores, frente a las ideas democráticas de los conservadores. La Cámara de los Lores ofrecía seria resistencia, temerosa de los efectos de la demagogia y del asalto al poder de las nuevas clases sociales. La discusión terminó, como siempre, con un arreglo, y el 15 de agosto de 1867, se aprobó la Reform Act, que implantaba en Gran Bretaña un régimen semidemocrático. La base de selección continuaba siendo en cierto modo censitaria; pero no sólo tenían derecho al voto los propietarios -hasta las pequeñas parcelas campesinas- sino también los arrendatarios que pagasen cierto canon. Con ello, una serie de miembros de la pequeña clase media, inquilinos de pisos, empleados, comerciantes al por menor, vieron abierto el camino a las urnas. Aproximadamente un millón de ingleses adquiría, con la reforma, el derecho al voto.
Y, paradójicamente, las elecciones de 1868 fueron ganadas por los liberales, aunque por exigüa mayoría.
Gladstone, de nuevo en el poder, hizo una gestión prudente y discreta. En el exterior proclamó la neutralidad birtánica en el conflicto franco-prusiano. En el interior, llevó a cabo una serie de reformas, en las que hay que destacar:
-Ley de funcionarios de 1870, aboliendo los privilegios de nacimiento, parentesco u otras gracias especiales, para acceder a la Administración. El ingreso, a partir de ahora, estaría regulado por un sistema de concurso o de exámenes previos, que acreditasen la preparación profesional del candidato. Los ascensos quedaban rígidamente regulados. Las máximas virtudes que se exigían al funcionario eran diligencia y honestidad. El “civil service” se convirtió en algo tan sagrado como el servicio militar o hasta en “una especie de orden religiosa”. Aquella administración eficiente, seleccionada y bien retribuida, fue la clave de la buena marcha de las cosas en la Inglaterra victoriana.
-Ley de enseñanza de 1870. Creación de escuelas oficiales -las board schools- en las que se impartirían clase a todos los muchachos, sin distinción de niveles sociales, y en un clima aconfesional, subvencionando las escuelas privadas para paliar la oposición clerical anglicana. En 1888 se decretó la instrucción obligatoria, y ya en 1911 el analfabetismo se consideraba excluido en Gran Bretaña.
-Problema social: La Trade Union Act de 1871, que legalizaba, por fín, las organizaciones sindicales o Trade Unions y les permitía operar con libre iniciativa, pero prohibiendo la formación de piquetes de huelguistas que prohibiesen a los demás obreros entrar al trabajo. Se legalizaba la huelga, pero siempre voluntaria. Estas medidas, prudentes, decepcionaron a los medios proletarios, hecho que aprovechará Disraeli.
-Administración de Justicia: La “Judicature Act” de 1873, amplificando y unificando los procedimientos judiciales.
La inercia de Gladstone en política internacional y la oposición a la política reformista, permitió a Disraeli y los conservadores ganar las elecciones de 1874 por amplia mayoría. Disraeli se presentó como campeón del movimiento conservador-democrático y quiso llegar en muchos aspectos más lejos que los liberales.
En 1874 dictó una nueva ley sindical, regulando el contrato de trabajo, permitiendo una intervención más activa de los sindicatos, admitiendo el ejercicio de los piquetes, pero sin violencia.
En 1878 el Código de legislación industrial establecía un rudimentario derecho laboral, comprometiéndose el Estado a proteger a las mujeres y a los niños obreros.
-Ley de Sanidad Pública de 1875, importantísima en la vida pública, y sobre todo en las grandes ciudades.
Disraeli, estadista de rasgos populacheros y patrioteros, se convirtió en el máximo portavoz del orgullo británico, del nacionalismo y del imperialismo de la era victoriana. Encauzó las tendencias expansionistas de la nación y sin salir del “espléndido aislamiento”, intervino en la política internacional, frenando en el Congreso de Berlín de 1870 el expansionismo ruso sobre Turquía. Pero, fuera de Europa, la intervención fue decididamente imperialista. En 1874, los británicos tomaban posesión de Singapur y comenzaban su expansión por Malaca; penetraban en profundidad por la India y Beluchistán y se apoderaban de las islas Fidji. En los años siguientes intervenían en África Central y del Sur, y se expansionaban por el Canadá hasta las costas del Pacífico, adquieren la mayoría de las acciones del canal de Suez y toman Chipre, llave de los caminos de Oriente. En 1877, Disraeli, en gesto romántico, proclama a la reina Victoria emperatriz de la India.
La crisis económica de 1879-1880 lleva de nuevo al poder a Gladstone.
Galdstone ha de seguir, de manera forzada, el expansionismo imperial, expresado en la conversión de Egipto en un protectorado británico, y haciendo presente el poder británcio en Nueva Guionea, Sudáfrica, el oeste canadiense y Australia.
En el interior, la crisis económica de superproducción le impidió atender las reformas laborales que las masas obreras le demandaban, lo que significó la pérdida de confianza de éstas al partido liberal y el ascenso del nuevo partido laborista. La gran crisis agrícola, impedida de recuperación ante la competencia de los “países nuevos”, provocó un despoblameinto rural de grandes proporciones hacia las grandes ciudades industriales, salvo en Irlanda, que al ser una isla esencialmente campesina, se vió afectada de gravísismos problemas sociales.
En 1884 amplió el cuerpo electoral, que pasó de 1 millón a cinco millones, que masificó definitivamente la vida política.
EL PROBLEMA DE IRLANDA
Databa del siglo XVI, si bien fue en el siglo XIX cuando se hizo agónico. La miseria de los campesinos y la imposibilidad de salir de ella forzó una copiosa emigración. Estos males endémicos y el aborrecimiento hacia el explotador británico cristalizaron en movimientos secesionistas. O’Connell había encauzado toda esta corriente hacia un nacionalismo independentista y definido. Desde 1857 existía el grupo Fenier, partido de agitadores partidarios de la violencia. En 1867 se producían los primeros conatos de insurrección armada. Desde la crisis de 1874 la situación se hizo insostenible. La crisis agraria provocó el que los colonos (la isla estaba prácticamente en manos de ingleses protestantes) no pudiesen pagar sus rentas, con despidos consiguientes (2.177 familias despedidas en 1877; 6.239 en 1879; 10.457 en 1880). Y para estos despedidos el único porvenir era el hambre. De aquí la ola de violencia que sobrevino. El movimiento independentista se dividió en dos: Los Feners, partidarios de la acción terrorista y el encabezado por Parnell, partidario de la no violencia. Ante esta oleada de despidos de colonos agrícolas, Parnell logró que ningún irlandés quisiese trabajar el predio que un compatriota suyo hubiese tenido que dejar a la fuerza. Era un modo de dejar sin colonos a los propietarios exigentes. Un colono llamado BOYCOTT, acuciado tal vez por la necesidad, se avino a ocupar el puesto de una amigo suyo despedido por el amo; el vacío que le hicieron al momento todos sus compatriotas dio a su apellido un significado que recogen todos los idiomas. La constitución de un partido irlandés dió aires de posibilidad de arreglo político, dada la condición arbitral de los diputados irlandeses en el Parlamento británico, pudiendo inclinar la balanza del poder de una lado o de otro.
Gladstone intentó contemporizar y en 1881 presentó al Parlamento la famosa “Ley de las tres F”: Fixity tenure -prohibición de expulsar al arrendatario-; Free sale -libre venta de sus derechos por parte de éste, en caso de cambio de un colono por otro-; y Fair rent -evitar abusos en la fijación de rentas por parte del propietario-. Parnell, insastifecho, aprovechaba su ventajosa situación parlamentaria para exigir más, terminando por reclamar la HOME RULE, el gobierno autónomo para Irlanda. La violencia en Irlanda siguió aumentando y en 1882 fue asesinado en Dublín Lord Cavendish, sobrino del propio Gladstone; y, aunque la mediación del Papa León XIII y la actitud de Parnell remitió un poco la violencia, el problema parecía estar en un callejón sin salida.
En 1885 Gladstone dimitió, subiendo al poder el gobierno efímero de Lord Salisbury, conservador que necesitaba los apoyos de los diputados irlandeses, dada su condición minoritaria en la Cámara. Pero la publicación del proyecto de “Home rule” que preparaba Gladstone, por su propio hijo, precipitó la crisis. Gladstone subió de nuevo al poder y luchó por la autonomía de Irlanda, la única solución que veía; pero se estrelló con la oposición de la Cámara. Disolvió el Parlamento, y en las elecciones subsiguientes, su grupo fue barrido del Parlamento. La lucha por la autonomía irlandesa había acabado, casi por completo, con la carrera política de Gladstone.
EL FÍN DEL AISLAMIENTO
En 1886 empieza una nueva etapa. Suben al poder los conservadores con Lord Salisbury (Disraely había muerto), que dará un giro más activo a la política exterior, secundado más tarde por dos políticos jóvenes: Balfour y Camberlain. Es la época de la gran expansión británica en África, Asia y el Pacífico, con competidores tan importantes como Francia, Rusia, Alemania, EEUU, lo que significará el fín del “espléndido aislamiento”.
El desastre de la batalla por la “Home rule” puso fín a las reformas internas, con excepción de la ley agraria irlandesa que suavizó la tensión al convertir a muchos colonos en pequeños propietarios. La gran preocupación será la política exterior y el expansionismo colonialista. El lustro 1886-1890 será el de la gran expansión colonial: Bechuanalandia, Nigeria, Somalia, Zululandia, Borneo, Kenya, Rodesia, Birmania, Zanzíbar, tendrán bandera británica, mientras que el Canadian Pacific enlazaba las dos costas de América y se exploraban las inmensas zonas occidentales de Australia.
ESTRUCTURA DEL IMPERIO BRITÁNICO
En las ya fabulosas posesiones británicas iba dibujándose una triple estructura:
A) Enclaves de función estratégica, territorios por lo general de reducida extensión, pero de importancia básica para el control de las rutas imperiales o para la vigilancia de las zonas de influencia: Trinidad, Las Malvinas, Gibraltar, Malta, Chipre, Hong-Kong.
B) Colonias propiamente duchas, adquiridas con astuto sentido de anticipación en los centros de mayores posibilidades de explotación económica de África o Asia; territorios de población indígena y control político, militar y económico, llevado por un número relativamente reducido de funcionarios o negociantes metropolitanos. A destacar en esta apartado la INDIA, la joya de la Corona, el eje del Imperio.
C) Zonas ultramarinas de expansión demográfica, por lo general extensas y de poca población indígena, con condiciones climatológicas favorables al hombre blanco y donde los británicos se asentaron como en su propia patria, para establece nuevas Britanias allende los mares: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica. Estos territorios se llamarán DOMINIOS.
Un inteligente sistema de autonomías -que, en cambio, no querían conceder a Irlanda, dio a aquellos colonos sentido de responsabilidad, al tiempo que sentido de comunidad, a través de los tres principios fundamentales sostenidos por Chamberlain: CONFERENCE, PREFERENCE, DEFENCE. La defensa de cada uno de aquellos territorios quedaría encomendada a la Comunidad Británica en pleno, como obligación moral de cada uno de sus miembros. La “Preference” era un trato de ventajosa excepción a los productos de cada miembro de la Comunidad por parte de todos los demás. La “Conference” era la reunión de los representantes de la Comunidad, que se celebraría en Londres, centro y cabeza del mundo británico. La primera Conferencia Imperial tuvo lugar en 1887, y en ella quedaron perfiladas las bases de lo que se llamará COMMONWEALTH BRITÁNICA DE NACIONES. Surgía así la primera Confederación a escala mundial.
Este enorme Imperio habría de defenderse de posible competidores. Para ello serían precisos dos factores: evitar posibles alianzas continentales de carácter antibritáncio y el predominio en el mar. Por eso en 1889 proclamó Salisbury el principio de la TWO POWERS STANDARS: Gran Brataña debe poseer la flota más poderosa del mundo, y las dos flotas que la sigan en importancia no deberán llegar, sumadas, a la británica.
En ese mismo año de 1889 Salisbury inició conversaciones con Alemania para un tratado de amistad. El objetivo era utilizar Alemania para evitar el expansionismo ruso en Asia (India, China, costas del Pacífico), mientras que Alemania quería utilizar a Inglaterra para frenar el revanchismo francés. Ideas tan divergentes sólo se plasmaron en la cesión a Alemania de la isla de Heligoland, que ésta convertiría en una gran base naval contra Gran Bretaña.
Desde entonces la política exterior de Salisbury se bamboleó entre la amistad alemana y francesa, al compás de las circunstancias.
Entre 1892 y 1895 volvió al poder Gladstone, que intentó de nuevo sacar la autonomía irlandesa, y, aunque logró una ligera mayoría en los Comunes, el proyecto se estrelló contra la Camara de los Lores.
En 1894 Gladstone se retiró voluntariamente de la política, a la edad de ochenta y cuatro años.
Le sucedió Lord Rosebury, que pretendió ganarse al mundo obrero. Pero en 1893 se había creado el “Independent Labour Party”, organización política al servicio de los trabajadores. En 1900 se decidió (el Labour Party) a la lucha parlamentaria obteniendo dos diputados. En 1906 conseguiría 53, con lo que el futuro era esperanzador. El laborismo no era un partido revolucionario; aunque imbuido de doctrinas marxistas, no predicaba la lucha de clases, ni era siquiera un partido de clase. Desde el primer momento su director Ramsay Mac Donald, proclamó que para ser laborista no hacía falta ser trabajador, sino simpatizar con la causa de los trabajadores. La plana mayor del partido se reclutó entre los intelectuales y elementos de la clase media.
En política exterior Rosebury, ante la intervención británica en el Congo, se vió enfrentado a una nota durísima de protesta alemana, que significaba el fín del monopolio colonial.
El 1895 subió de nuevo al poder el partido conservador con Lord Salisbury, Cahmberlain y Balfour, que ese mismo año y en la celebración de las regatas de Cowes (aprovechadas para conversaciones entre mandatarios de los dos países) se vieron enfrentados a la política mundial del joven emperador alemán Guillermo II. Desde entonces empezó una inquina propagandística entre las dos grandes potencias.
El incidente de Fachoda de 1898 fue el aviso de que Inglaterra no estaba sola en el expansionismo colonial.
En 1899 se inició la guerra de los boers en África del Sur, que contaban con las simpatías alemanas.
Con el nuevo siglo se inicia el enfrentamiento entre las dos grandes potencias del momento, Inglaterra y Alemania.
En 1901, muerta la reina Victoria, subió al trono su hijo Eduardo VII y una nueva generación política encabezada por Balfour.
Entre 1902 y 1905 se produjo la escisión del partido conservador. Las causas eran múltiples:
a) la ley escolar de 1902, que favorecía a las escuelas anglicanas, permitiéndoles participar del presupuesto oficial de la enseñanza.
b) el proyecto Balfour de permitir la constitución de una Dieta irlandesa, independiente del Parlamento Británico.
c) abandono de la política social, con el consiguiente descontento de las masas obreras hacia los tories y la creciente fuerza del laborismo.
d) discusiones entre librecambistas y proteccionistas.
LA DIVISIÓN EN BLOQUES Y EL FIN DEL AISLAMIENTO
En mayo de 1903 Eduardo VII visitaba París, con el objetivo de disipar la tirantez con Francia desde el incidente de Fachoda de 1898. El rey se ganó al Presidente Loubet y al pueblo de París. La devolución de la visita, que el presidente Loubet hizo dos meses después a Londres, terminó de estrechar los lazos entre las dos potencias. Fruto de aquella cordialidad fue la ENTENTE CORDIALE del 8 de abril de 1904, germen de una alianza de gran repercusión en el futuro. Gran Bretaña, al fín, para bien o para mal, había salido de su aislamiento.

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